sábado, 28 de junio de 2008

¿Mal Paso?

La renuncia de Acosta a la presidencia de la ANC devela las facciones internas de Alianza País, la carencia de una estructura política programática e institucionalizada y la vigencia del personalismo en la política ecuatoriana; pero también asecha un duro golpe al proyecto de la Revolución Ciudadana y lo que con ella está en juego।Como todo en política, permanecer en la carrera para concluir el Texto Constitucional en el tiempo establecido o arriesgarse a prolongarlo, significa sopesar resultados y efectos políticos. Acosta pertenece al ala de quienes creen que en nombre de la "ley" en este caso del Estatuto, no puede sacrificarse la calidad del texto y un necesario y mínimo debate, más aún cuando se trata de la mayor de las apuestas del proyecto "progresista" de Alianza País. No se trata de buscar culpables, pero que la Asamblea no se ajuste al tiempo establecido es responsabilidad no solo de la oposición porque el Gobierno y los Asambleístas saben que al final del día los debates más acalorados se daban a lo interno de Alianza País, sino también al tiempo consumido en nombre de los "mandatos" y, por supuesto a la escasa formación de los asambleístas.


Correa tuvo que decidir entre apoyar una constitución al apuro o una constitución que luego podría ser juzgada por ilegal; en el primer caso sin embargo, se juega la oportunidad histórica de sentar las bases de un proceso que por ahora no muestra claridad y que más bien parece cargado de improvisación; y, en el segundo, la feroz crítica de la una "oposición" aún somnolienta. La decisión no compartida con Acosta optó por la primera opción, sacrificar la legitimidad de una Constitución realizada a conciencia, con responsabilidad y compromiso histórico, la que bien hecha podría ser respaldada por el mismo pueblo; antes que "dar gusto" a la oposición, cayendo en la seducción primitiva del cálculo político a corto plazo.Los efectos de esta decisión que luego la historia podría juzgar como un "mal paso", o el "gran mal paso" atañen no solo al pueblo ecuatoriano, sino también a la carrera política de Correa y de Acosta, uno de los dos será recordado como coherente, visionario y el otro como terco y desleal, todo dependerá de cómo se incida en la opinión pública, la gestión del gobierno antes del referéndum y los reultados que el pueblo vea en el nuevo texto constitucional.Artículo Publicado en Diario La Hora Loja, 28 de julio de 2008.

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