miércoles, 14 de mayo de 2008

La carrera demócrata hacia la Casa Blanca

Los desastrosos ocho años de la administración Bush, los sentimientos ciudadanos contra las aventuras intervencionistas que han llevado a una indiscutible crisis de la economía norteamericana y la necesidad de potenciar la imagen desgastada de Estados Unidos como país hegemónico, son algunas de las circunstancias que envuelven el actual proceso de elecciones primarias en el Partido Demócrata y Republicano.
Sin pretender la aplicación de modelos determinísticos, podría sin mucha dificultad inferirse que es más que probable que el próximo residente de la Casa Blanca saldrá del Partido Demócrata, esto no solo por las razones expuestas supra sino también por el notable interés de los votantes en las primarias demócratas, la evidente resistencia al republicano McCain en bastiones electorales en donde ganó Bush para las últimas presidenciales y, por supuesto el notable incremento de fondos para la campaña electoral en el lado demócrata.
En este contexto, los dos principales candidatos demócratas Clinton y Obama no han logrado ampliar la estrecha brecha que los separa, el “súper martes” como se esperaba, no ayudó en este propósito, y es probable que tampoco se logre mayor distancia el martes 12 de febrero que incluye las primarias en Virginia, Maryland y el Distrito de Columbia, en donde se advierte el creciente peso de Obama. En esta lógica, no sería difícil que la contienda demócrata, luego de las elecciones en Loisiana, Wisconsin y Washington, no muestre un triunfador ni siquiera hasta marzo 4 cuando se efectúen las primarias en Ohio y Texas, dos de los tres estados más grandes. Sin embargo, algo parece ser más claro: la gran respuesta en la carrera demócrata la tendremos en el seno del Comité Nacional Demócrata, cuando voten los “super delegados” que en un total de 800, representan aproximadamente el 20% de los votos de la convención.
Ahora bien, la inclinación hacia Clinton u Obama, responderá a diversos aspectos: un simbólico en el que se advertirá la preferencia hacia una mujer o hacia un afro-americano; otro político, en el que si bien no existen marcadas diferencias, si supone que la tendencia será hacia el candidato que ofrezca mayor confianza para reivindicar al gobierno norteamericano ante el mundo; y, por supuesto, un económico, en el que las principales corporaciones americanas presionarán para que el peso se incline por quien preste mayores garantías.
Por Melania Noemí Carrión G. (Artículo publicado en Diario La Hora, febrero de 2008)
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