miércoles, 14 de mayo de 2008

La libertad y la igualdad, pensamiento político (III)

Antes me había referido a la naturaleza humana y al inminente estado de guerra al que se enfrenta el hombre en una comunidad sin Estado o normas ya sean estas formales o informales, institucionalizadas o no, que condicionen el comportamiento y las pasiones humanas.
Con el advenimiento de las actuales instituciones políticas, parecería arcaico pensar en aquel estado de naturaleza primitivo; pero no lo es cuando regresamos a él para extraer las leyes fundamentales de la naturaleza, entendidas como aquellas que rigen con antelación a las actuales formas del derecho.
La ley fundamental de la naturaleza es la supervivencia, el ser humano como las demás especies buscará garantizar su seguridad y, en este afán su estado de naturaleza es tal, únicamente en el goce de su libertad para defenderse de las amenazas a esa seguridad. Pero el hombre en su estado de naturaleza también nace en igualdad de condiciones para ejercer esa libertad y garantizar su supervivencia, que no significa decir que todos los hombres son iguales en capacidad y recursos. Nuestro buen Rousseau comprendió que con advenimiento de complejas sociedades, de la propiedad privada en la lógica de la división del trabajo y más tarde la industrialización y la modernidad, era necesario garantizar un mínimo de condiciones de igualdad entre los hombres para el ejercicio de sus libertades. La libertad e igualdad de condiciones se convierten así en derechos naturales del hombre.
El Estado y sus instituciones tienen un mandato originario: garantizar la paz, el orden y la seguridad, lo que solo es posible imponiendo límites a ciertas libertades y reconociendo otras como derechos básicos. El conflicto en términos políticos se origina cuando en los actuales Estados liberales y más aún capitalistas, basados en la supremacía de la libertad del hombre para alcanzar su máximo desarrollo, la igualdad es limitada; entonces, estos dos derechos naturales se pueden volver incompatibles, no porque lo sean en principio, sino por la dinámica de las complejas sociedades. El teórico y práctico político tienen una difícil tarea: dilucidar respuestas a los problemas sociales, económicos y políticos garantizando a la vez un mínimo tanto de libertades individuales cuanto de condiciones de igualdad jurídica en oportunidades.
Por. Melania Noemí Carrión. (Artículo publicado en Diario La Hora, enero de 2008)
ncarrion@flacso.org.ec

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