miércoles, 14 de mayo de 2008

Porto Alegre, experiencia de una izquierda pro-activa

Después de la caída del comunismo el mundo asistió al imperio de una visión minimalista de la democracia caracterizada por la representación y las elecciones como mecanismo de articulación entre los ciudadanos y el Estado. Pero los cuestionamientos a las virtudes de la democracia liberal son cada vez más profundos y aluden, entre otros, a la limitada participación del ciudadano en la toma de decisiones político-públicas.
Estos cuestionamientos provienen de los sectores de izquierda, algunos de los cuales abanderan el discurso marxista de un necesario cambio en la estructura del Estado, lo que ven posible únicamente a través de una revolución “radical” muy lejos de las reglas de juego existentes. Otros, en cambio sin dejar de buscar esos cambios, han emprendido en experiencias como el Presupuesto Participativo (PP) en Porto Alegre - Brasil que ha articulado a la sociedad civil organizada y al individuo común en procesos de participación política en donde en escala local ya se visibiliza manifestaciones de democracia directa paralelas a la democracia representativa.
El PP es ante todo, un proceso de deliberación y decisión por parte de la población acerca de las prioridades en las obras que debe realizar el municipio. Esta experiencia ha provocado relaciones sociales más justas, mejor gobernabilidad y mayor respeto hacia lo público. Enseña además: que el cambio es de doble vía y se requiere la participación y compromiso tanto de los actores de base como del Estado; que la institucionalización es elemento fundamental para garantizar la permanencia del proceso; que la mayor participación en el debate no ha generado elitización ni aparecimiento de nuevas redes clientelares; que genera mayor participación cuando los actores perciben oportunidades de ejercicio práctico en la toma de decisiones; y, que producen e incrementa habilidades y competencias ciudadanas.
Intelectuales y académicos de izquierda han sido ideólogos de estas experiencias, sin duda revolucionarias, porque hay dos forma de enfrentar los problemas: quejándose de ellos, criticando, pensando en el deber ser exclusivamente o demostrando que otra forma de hacer política y gobernar es posible. Conjugar lo radical con lo pragmático y demostrable, ese es el reto de una izquierda pro-activa y no retórica.
Por. Melania N. Carrión (Artículo publicado en Diario La Hora, julio de 2007)
mcarrion@uasb.edu.ec

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