miércoles, 14 de mayo de 2008

Sueño con serpientes

Muchos habrán escuchando la canción de Silvio Rodríguez que de forma surrealista relata la permanente lucha de los soñadores contra el obsoleto sistema neoliberal, pésimamente implantado en nuestra América Latina.
En este momento de la historia siento tan cercana aquella letra que en su introducción evoca a Bertolt Brecht y que el revolucionario cantor citara en 1975, pero que es tan actual como antes. Ahora la esperanza de ver a nuestra Sudamérica, curtida de dominación con historia de servidumbre, transformada en una región fuerte y libre, arde tanto en los corazones revolucionarios de los 60s que siguen en espera de ese cambio como también en los jóvenes hijos de la globalización que no estamos conformes con tanta deshumanización, alienación y desigualdad.
El triunfo de Chávez en Venezuela, de Lula en Brasil y de Correa en Ecuador, no puede significar otra cosa que una esperanza para los integracionistas que anhelamos ver cristalizado el sueño de Bolívar. El mundo multilateral está en decadencia, la ola de regionalización lo está desplazando y en consecuencia, la integración más que un ideal o una utopía, es una necesidad.
Los líderes de la región pueden llegar a convertirse no solo en los hombres que luchan muchos años y son “buenos”, sino también en los que luchan toda la vida y son “imprescindibles”. Las serpientes de mar son varias: el absorbente capitalismo y sus poderes y transnacionales, la elites que no responden a intereses nacionales, los que se dicen políticos y más bien parecen enemigos de la patria, e incluso quienes se sienten ajenos a la triste realidad social de la región.
La II Cumbre de la Comunidad Sudamericana debe responder efectivamente a los anhelos de muchos líderes regionales y a las expectativas de los actuales revolucionarios. Nunca como ahora se sintió tan cerca la posibilidad de alcanzar ese sueño, aunque es claro, que el camino aún es largo y la meta distante.
El entrampado camino hacia la construcción de una región en donde la bandera no sea el individualismo capitalista, sino la solidaridad comunitaria y la igualdad, no es fácil. El sueño de serpientes de mar, en donde al matar una, aparece una mayor, está latente, pero también permite pensar en que es posible indigestarla.

Por. Melania Noemí Carrión (Artículo publicado en "Diario La Hora", diciembre de 2006)

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