miércoles, 14 de mayo de 2008

Política Exterior, una visión normativa.

Un año después de la posesión del presidente Rafael Correa y de la tan anunciada revolución ciudadana, varios aspectos de la administración gubernamental son susceptibles de análisis, uno de los más importantes: la política exterior.
Haciendo una evaluación, no es difícil advertir que en general, ha sido un buen año para lo que podríamos llamar la política exterior del Ecuador definida y orientada no solo por principios de integración, solidaridad, comercio y seguridad, sino también por acciones específicas.
Rescatar la acción estatal en términos de posicionamiento internacional, soberanía y, dignidad hacia la región y la comunidad internacional global, supone un ejercicio implícito de comparación, de analizar que es mejor ahora que antes. En este sentido, sin duda el manejo de la política exterior durante el año 2007 ha sido responsable y denota ser el resultado más que de acciones antojadizas, de un acertado análisis.
Pese a lo dicho y a pesar de contar con instrumentos y guías como el PLANEX y de tener identificadas áreas como la de integración regional, de de relaciones Ecuador-Estados Unidos, de migración, de aspectos multilaterales, de frontera y otros, quedan pendientes dos grandes desafíos para el gobierno de la revolución ciudadana: la definición de los componentes del “interés y la seguridad nacional” y, en este afán, la organización de todos los departamentos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración.
Es impostergable precisar, como directrices de una verdadera política exterior, los aspectos nucleares del interés y seguridad nacional traducidos en medios y acciones explícitas. Por ello el diseño de la política exterior no puede estar en manos, como lo ha estado siempre, de castas exentas de la formación y experticia que se requiere.
Así, un segundo desafío para el gobierno consiste en depurar el Ministerio de Relaciones Exteriores en sus dependencias y en sus procedimientos de selección de personal, la ANC tiene la oportunidad de facilitar los cambios que se requieren para mejorar el ejercicio diplomático de carrera. El Servicio Exterior debe en efecto estar compuesto por elites, pero no por elites económicas, políticas o sociales, a las que prefiero llamar castas, sino por los mejores profesionales en relaciones y comercio exterior, escogidos mediante transparentes concursos y procesos de selección.
Por Melania Noemí Carrión G. (Artículo publicado en Diario La Hora, enero de 2007)
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