miércoles, 14 de mayo de 2008

LA COMUNIDAD SUDAMERICANA DE NACIONES ¿Utopía o deber histórico?

“Mil cosas avanzan, novecientas noventa y nueve retroceden, esto es el progreso”
Henri Frédéric Amiel
A finales del año 2004, en el Cuzco-Perú, se cristalizó una piedra angular en la codiciada integración regional. En efecto, la Comunidad Sudamericana de Naciones que en su seno agrupa a 12 países, vio la luz como otros tantos proyectos de unificación, guiada por la necesidad de progreso, con ejes trasversales y motivaciones como la consolidación de un bloque político y económico de incidencia global.
Desde aquella fecha, la Comunidad Sudamericana ha despertado por un lado, benévolas críticas acuñadas por quienes desconfían que el proyecto de integración europeo pueda ser emulado por las economías deficitarias de la región; pero al mismo, muchos idealistas creemos que el sueño Bolivariano es posible. Para los segundos, los “integracionistas”, que reconocemos que los proceso de integración requieren años o décadas, no es una utopía, sino un deber histórico que los líderes de la región deben asumir con compromiso.
La reunión en Caracas, sin duda puede impulsar el proyecto sudamericano, es indiscutible que la conformación de un bloque que anhela convertirse en la quinta potencia mundial, con un PIB de 1.5 billones de dólares, una superficie de 17 millones de km2 y cerca de 370 millones de habitantes, necesita fortalecerse en instituciones. Este es el desafío que nos toca enfrentar, crear espacios en donde los estados miembros sin afectar su autodeterminación puedan ampliar niveles de cooperación normativa requisito previo a la integración. Si bien contamos con la UE como artífice práctico no solo de la unificación económica, sino también del derecho comunitario, Sudamérica tiene en la CAN y el MERCOSUR, sus propias experiencias. Sin duda el papel que desempeñen estas dos comunidades regionales, sumado al apoyo de organismos como la ALADI, OTCA y SELA será importante en el proceso.
Por último, no olvidemos lo que dijo el poeta: “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. El regionalismo amenaza la permanencia del multilateralismo y en consecuencia del mundo unipolar que conocemos, por ello, no hay que temer caminar hacia la integración, lo peor que podría pasar, es que algún día lo logremos.
Por. Melania Noemí Carrión (Artículo publicado en Diario La Hora en septiembre de 2006)

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